Amargore nace a las brasas de la francachela, de la mala ostiaca, de la perseverancia de los estamentos oficiales y del frugal ingenio castizo.
Nos encontraréis a lo largo y ancho de este espacio.
Tejedora de historias que, al igual que las hilanderas de Velázquez, te envuelve con su prosa melancólica llena de referencias populares, te atrapa mezclando lo tradicional y cotidiano y le añade un toque exótico, representación mágica de su experiencia asiática, absorbiendo la espiritualidad de los Himalayas. Lah Mehrit llena de lirismo tabernario a su prosa al curry callejero con una inteligencia indigna de profanos y apóstatas de lo sencillo, lo real, en definitiva, de la vida misma.
Es el aliño de todas las salsas; impredecible, socarrón y picante, su humor nos muestra las múltiples aristas que la realidad, aparentemente cuadriculada, esconde. La rapidez de sus respuestas y lo obcecado y acertado de sus juicios descoloca a todo aquel que tiene la fortuna de cruzarse en su camino. Sus improvisadas imitaciones, que solo perpetra cuando sabe que puede bordarlas, o sea, cuando él quiere, nacen de todos los personajes que lleva dentro, poseído, desde siempre, por la curiosidad y el deseo de integrar todo lo que leía en los libros, todo lo que veía en la tele, todo lo que nos hace ser como somos.
Es la fuerza sin control que, cual viento huracanado en plena ciclogénesis explosiva, arrastra y desmiembra todo lo que encuentra a su paso para crear, partiendo del caos más abyecto y absoluto, diseños conceptuales y/o palpables que, por su naturaleza, siempre despiertan reacciones de estupor y admiración entre los agraciados espectadores que han observado su obra. Dandy obrero de manos milagrosas –porque no nos gusta la palabra artista- y variopinto -porque no nos gusta la palabra multidisciplinar- a Ali Maño le gusta jarrearse y disfrutar de los placeres de la vida cuando no está dándole vueltas a personajes, viñetas, historias, frases hechas que descomponer y otras mil inquietudes que vuelan en torno a su cabeza como buitres carroñeros a la espera de su presa.